domingo, 13 de mayo de 2012

Un día como hoy 13 de mayo : día de la madre


Porque mamá no quiere cocinar, no quiere ya planchar, no quiere trabajar.

Domingo, 7 y media de la mañana. Mercado de mí casa.

Gritos, bullicio, desesperación, adolescentes con bolsas repletas, hombres preguntando la diferencia entre ají molido y ají panca, señores brindando en las esquinas, la tienda de flores a punto primavera y yo caminando en medio del caos con mi bolsa biodegradable prácticamente vacía y una diminuta cajita de cristal. Con mi orgullo a cuestas, mi monedero en el bolsillo, cruzando el stand de la sartén de roca volcánica y con miedo a no sobrevivir a la avalancha de polen que se levanta frente a mi me dispongo a salir del lugar ‘Yo también me olvide de comprarle algo a mamá y por eso no me quedo más remedio que cocinar’ o como comúnmente le decimos el mercado. 

Llego sin hacer mucho ruido a casa, giro la llave y para mi mala suerte al abrirla golpeo el buro detrás de la puerta, ocasionando que el gato emita un grito con el cual no me sorprendería haya sido capaz de despertar a alguien en Japón, maldigo lentamente en lo que trato de entrar sin ocasionar ningún percance más. Oigo pasos en la habitación de al lado y el mayor de mis temores es comprobado, he despertado al Tiranosaurio Rex de nuestra generación, mi madre, la amo pero cuando se enoja preferiría vivir en el extranjero, hacer una sesión de ‘Skype’ con ella y sentir que jamás se enojaría porque al no tenerme cerca pasaría por alto todas mis torpezas, lastima he fallado en mi escape de huida y lo que es peor al quedarme pensando y aparentar desinterés he despertado la furia, indignación y rabia de mi ‘viejita’.

‘Ni un día puedes dejar de joder’, si mamá yo también te amo, ‘Por lo menos un día quería dormir algo más pero veo que ya no lo haré’, mentira estoy segura que hace rato estaba despierta y solo utiliza mi pequeño desliz como excusa para aparentar su tan atrofiado reloj de sueño. Lo siento, atino a decir mientras dejo la bolsa de compras en la cocina, con mi regalo en mano salgo y le doy un beso en cada mejilla sonriendo grandemente y extendiéndosela para que la inspeccione cual detective a huellas en el lugar del crimen. La toma entre sus manos y dice: ‘¿Qué es?’ pregunta ansiosa, en menos de lo que pude pestañar ahí estaban los restos de quien en vida fue el papel celofán de corazones  de la tienda de la esquina, se nos fue un grande y espero no haya sido en vano. Qué lindo mi amor ¿Cómo sabias que quería estos aretes?, si pasas 3 semanas diciendo que te sientes masculina porque ninguno de tus aretes tiene par y por ende no puedes usarlos es una respuesta obvia; Y es mi color favorito ¿Cómo supiste?, he ahí el dilema con tu color favorito no sé si sufro de daltonismo o es sencillamente que tu ‘color favorito’ se pone bipolar y varía según su estado de ánimo pero imagine que al repetir unas 24560 veces al día que quieres cambiar el color de la pintura de la sala por qué dices que el VERDE es un color que va más acorde con nuestro tono de piel, creo que el atine cierto?.

Realizada y sintiendo que había evitado que el Titanic choque con un iceberg, sonreí mientras me dirigía a mi cuarto cuando de pronto sonó la pregunta que no pensé mi madre haría tan temprano y que muy en el fondo esperaba no hiciera por lo caro que sabia me había costado su obsequio.

¿A dónde me llevaras hoy? Chocamos, mi billetera y mis tarjetas primero; con un complejo de exorcismo volteo de medio lado y con la sonrisa de preocupación le digo ¿A dónde quieres ir mami?, a lo que con esmerada consideración mi madre responde alejándose con una gran sonrisa, sorpréndeme.

Ese día entendí que jamás podría llegar a ser millonaria a menos que mi mamá compre la mitad del planeta como casa de playa y  la otra como departamento por lo cual me resigno a ahorrar un poco más para el próximo año y quizás para entonces no me gane un jalón de orejas por no haber sido cuidadosa y guardar dinero para el taxi.

Por Benny Paredes

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